Los cambios en los modelos económicos
Son muchos los intentos que desde el origen de la economía como ciencia han intentado conciliar los aspectos sociales, éticos y anímicos humanos con la necesidad imperiosa de producir y crecer económicamente.
No tenemos que olvidar que una de las definiciones más aceptadas sobre la economía es que constituye una ciencia que analiza el comportamiento humano como una relación entre fines dados y medios escasos que tienen usos alternativos. Por ello siempre es positivo y saludable analizar y cuestionarse si nuestra forma de abordar este difícil cometido es la más correcta.
Los modelos económicos impuestos y desarrollados en cada época no han podido refutarse o convalidarse mediante experimentos en laboratorio controlados a priori, sino que su caldo de cultivo ha sido la sociedad misma, con sus unidades productivas como elementos integrantes, y sus unidades organizadoras e inversoras como los “científicos”, que alteran, modifican o sustituyen los diversos sistemas económicos de cada momento histórico.
El problema de todo esto es que siempre es una gran mayoría de la humanidad la que paga los errores en la asignación de recursos, la organización de las unidades productivas, y reparto de los beneficios de la producción y el comercio por parte de los grandes inversores.
Son muchos los experimentos social-económicos que se han promovido e intentado establecer sobre todo en el siglo XIX y XX. Unos para mejorar las condiciones sociales y económicas de la sociedad en su conjunto, y otros para potenciar el papel de grupos de poder o lobbys concretos en la economía mundial. Pero no hay duda que toda sociedad sana y responsable debería debatir y discutir el modelo económico más adecuado a sus expectativas y a su modelo de desarrollo.
Esto por desgracia no ocurre, ya que la sociedad no es un órgano consultivo en estos temas para los gobiernos nacionales e internacionales, ni para las grandes multinacionales. Estas extienden su modelo de globalización neoliberalista donde algunos individuos o supraentidades internacionales propugnan el libre mercado feroz, donde la formula de “tanto tienes tanto vales” se hace valer frente a la iniciativa personal y las limitaciones estatales o supraestatales, tan necesarias para los ámbitos sociales básicos como la educación, la sanidad o el empleo.
Podríamos señalar que tradicionalmente, existen dos modelos puros en la economía: el centralizado o el descentralizado.
El modelo centralizado consiste en dejar un órgano central que tome las decisiones económicas que permitirán producir bienes y servicios. Este órgano decidirá qué bienes producir, a quién y cómo distribuirlos, cuánto asignar a cada persona, etc.. En este sistema la iniciativa personal y la propiedad privada se dejan al lado por lo que la motivación decrece en el ámbito económico.
El sistema descentralizado consiste en dar prioridad a los individuos en el desarrollo de la economía. Cada individuo decide la actividad que quiere realizar ya sea en la producción, comercialización o en la distribución.. El sistema descentralizado establece como normas de funcionamiento el respeto a la propiedad privada y la libre competencia. En la implantación de estos sistemas siempre se producen diferencias irreconciliables entre los productores y los inversores, que a la larga provocan conflictos y grandes diferencias sociales.
Dentro de estos dos grandes modelos han ido apareciendo variaciones influenciadas por los momentos históricos en las que han estado enmarcadas. Una de las más destacadas han sido los sistemas económicos libertarios que se practican, hasta ahora a pequeña o mediana escala. El objetivo en común es la autogestión y por ende la libertad y autodeterminación económica que es una de las partes fundamentales de la vida humana.
Ejemplos de estos sistemas económicos libertarios son el mutualismo donde la base está en la asociación de consumidores y productores, con un precio derivado del costo de producción y suprimiendo el lucro. A cada cual según su trabajo sería su lema.
O el colectivismo que propugna la propiedad colectiva de los medios de producción, pero el valor del trabajo debe distribuirse en proporción al trabajo y a su calidad. O la economía ecológica que asume una relación inherente entre la salud de los ecosistemas y la de los seres humanos.
Estos ejemplos fueron hijos de su época y necesidad, concretándose en proyectos renombrados como La Tienda de tiempo de Cincinnati que fue el primer experimento mutualista. En la tienda, los consumidores podían comprar bienes con notas de trabajo que representaban un convenio para desempeñar un trabajo; o como Tiempos Modernos que fue una colonia que estaba basada en la idea de la "soberanía del individuo" y la "responsabilidad individual".
Sin duda, en estos momentos no existe la misma estructura y coyuntura social, económica ni política que en las décadas y siglos pasados por lo que las soluciones o propuestas económicas alternativas tienen que ser distintas y adaptadas a la realidad social actual. Estas soluciones deberían adoptar tres pautas esenciales para afrontar con alguna garantía de éxito: mayor especialización, mayor codependencia y mayor potencialidad de adaptación.
Mayor especialización implicará poder competir con garantías de éxito en el mercado tan atomizado que ahora mismo se desarrolla en la economía globalizada gracias a la disminución de la competencia que conlleva. Mayor codependencia y sinergia entre las unidades económicas locales especializadas para poder crear una red de apoyo que permita un crecimiento común y constituya una base alternativa comercial.
Estos dos factores lograrán un mayor coeficiente de adaptación y evolución de estos modelos económicos alternativos locales que facilitarán su supervivencia y consolidación en los mercados.
Pedro González Chapinal
www.segundaformacion.com
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Dirección URL: https://www.zonaeconomica.com/los-cambios-en-los-modelos-economicos (Consultado el 23 de Nov de 2024)