Antecedentes
De las diez recesiones que ha sufrido la economía estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial, nueve de ellas fueron precedidas por saltos pronunciados en los precios del petróleo.
Hamilton (1983), en un estudio que se consideró trascendental, utilizó pruebas de causalidad a la Granger1 con la finalidad de demostrar la hipótesis de que los cambios en los precios del petróleo habían sido una causa de los cambios en el PIB y en otras variables macroeconómicas a lo largo del período de posguerra. A continuación, se reportan sus pruebas de causalidad relacionando los cambios en los precios del petróleo con los cambios porcentuales (en logaritmos) del PIB real . Utilizando el método de los mínimos cuadrados ordinarios, Hamilton ejecutó la siguiente regresión:
Estableciendo primero: y luego viceversa. Los resultados para dos muestras anteriores al año 1973 (datos con periodicidad trimestral), primero usando rezagos y luego , se muestran de la siguiente manera:
H0 |
m = 4, N= 95 |
m=8, N = 91 |
||
F(4,86) |
p |
F(8,74) |
p |
|
0.58 |
0.68 |
0.71 |
0.68 |
|
5.55 |
0.0005 |
3.28 |
0.003 |
Podemos observar, que la hipótesis Hb de que los cambios en los precios del petróleo no causan los cambios del PIB es fuertemente rechazada en ambos casos. En cambio, la hipótesis Ha de que los cambios del PIB no causan los cambios en los precios del petróleo no puede rechazarse. Precisamente, es a raíz de este estudio donde se establece una relación fuerte entre el petróleo y la economía.
Mork (1989), afirma que solamente los incrementos en el precio del petróleo tienen un efecto significativo sobre la producción agregada, cuando el precio del petróleo decrece, los efectos son insignificantes. En sus análisis, este autor encontró que un incremento en los precios del petróleo del 10%, reduce el crecimiento del PIB en 0.7% sobre el siguiente año.
Mehra, Petersen (2005); encuentran evidencias empíricas de una relación no lineal entre los cambios en los precios del petróleo y el crecimiento en el gasto real de consumo.
Bernanke (1983), muestra en sus análisis que cuando las empresas se enfrentan a una crecida incertidumbre sobre el futuro de los precios del petróleo, posponen el gasto de inversión. Por lo que los niveles de inversión privada bruta se ven reducidos.
Con respecto al consumo, Hamilton (2003), tiene un argumento similar, y expresa que cuando los consumidores se enfrentan a una crecida incertidumbre sobre el futuro de los precios del petróleo, posponen las compras de aquellos bienes de consumo intensivos en el uso de energía.
Huntington (2004), en sus investigaciones, muestra que el efecto de los precios del petróleo sobre la economía está en dependencia de la cantidad de petróleo que dicha economía utilice.
Parkin (1995), documenta que los años 1979 a 1981, no fueron sobresalientes para la economía estadounidense. Esto se debió en parte a que la actividad económica agregada tuvo que soportar una serie de incrementos sostenidos en los precios del petróleo en 1979 y posteriormente durante 1980 y 1981. Estas grandes y continuas alzas en los precios del petróleo sometieron a la economía de Estados Unidos a una gran tensión, debido a que si bien es cierto la actividad económica se encontraba retardada, el nivel de precios en cambio durante esos años aumentó cerca del 10%2. Ansiosa de controlar la inflación, la FED (presidida en ese entonces por Paul Volker), aplicó una restricción monetaria forzando al alza en las tasas de interés, lo que provocó una disminución en los niveles de inversión y un aumento de la brecha recesiva.
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