El concepto de la industria infante, desarrollado en Alemania y aplicado (con y sin éxito) en diversos países a pricipios del siglo XX, propone proteger a las industrias que no han alcanzado el tamaño (escala) óptimo, hasta que logren hacerlo. Esta protección puede ser arancelaria, es decir, con aranceles a las importaciones. Una vez que la industria, rama o sector ha logrado ser competitiva, pueden ir eliminandose progresivamente las barreras arancelarias que la protegen de la competencia extranjera.
Un problema que se suscita es que el Estado se equivoca en evaluar las industrias que pueden tener ventajas comparativas en el futuro, por eso se subsidian sectores que nunca van a ser competitivos internacionalmente. Luego esa industria aparentemente competitiva genera empleo, se crean sindicatos y grupos de presión que influyen en las desiciones del gobierno, que al final nunca deja de subsidiar ese sector que no es competitivo (por ejemplo, la industria del calzado en Argentina, o la informática). Los costos de mantener un sector no competitivo los debe pagar el resto de la econonomía mediante sus impuestos y porque deben pagar precios mas elevados que los internacionales.
Hay casos en los que se quiere hacer creer a la población que tenemos una industria floreciente y competitiva internacionalmente, gracias al apoyo del estado. Pero la realidad es que estos "polos industriales" sólo ensamblan componentes fabricados en el extranjero, agregando poco valor agregado. Nuevamente, el costo de mantener estas industrias los paga el resto de la población. Este es el caso de los televisores LCD ensablados en Argentina, mucho mas caros que los fabricados internacionacionales, atrasados tecnológicamente, hechos con partes importadas de otros países y de menor calidad que los que se podrían comprar con el mismo dinero, si el gobierno no protegiera esta industria con un impuesto del 50% a la importación.